Job 35: El verdadero motivo de mi adoración




“Mira a los cielos. Contémplalos y considera que las nubes están más altas que tú.
Si pecas, ¿Qué habrás logrado contra él? Si tus rebeliones se multiplican, ¿Qué le harás tú? Y si eres justo, ¿Qué le darás a él? ¿O qué recibirá de tu mano?
Job 35: 5-7


Eliú hace un llamado a Job a contemplar los cielos como una ilustración y ejemplo de cuan majestuoso es su Creador y cuan superior es en comparación del hombre, y lo cuestiona para hacerle ver que ni el pecado ni su justicia le afectan substancialmente. Según el pensamiento de Eliú, lo que el hombre es o hace solo le afectan o benefician a él mismo y a la sociedad en que vive.


En efecto la soberanía de Dios está sobre cada hecho que el hombre ejecuta en la tierra, Dios no deja de ser el que es por nuestras acciones; pero resiente cuando actuamos mal, la relación íntima que él desea tener  con nosotras, se daña por nuestras decisiones.


El catecismo mayor de Westminster dice que el fin principal y más noble del hombre, es decir el propósito por el cual fuimos creados, es el de glorificar a Dios y gozar de él para siempre. (Rom. 11:36, I Cor. 10:31;  Sal. 73:24-26; Juan 17:22, 24.). Entonces cuando no glorificamos a Dios con nuestras acciones, estamos actuando contra el propósito mismo por el cual fuimos hechos.


Las palabras de Eliú en estos versos nos hacen recordar las palabras de Elifaz (22:3) y las que el mismo Job expresara con anterioridad (7:20). Pero las palabras de Eliú son una tergiversación de lo dicho  por Job ya que en su vida, la ética con la que se había conducido siempre, sus intenciones nunca fueron el obtener algo a cambio. Job no había servido a Dios por lo que pudiera recibir de él.


En el interior de Job se orquestaba una confusión de pensamientos y sentimientos, que eran ocasionados al observar el destino común  de justos e injustos (9:22). Para él esto era absurdo. Pero en la lectura de su historia, no podemos ver que en algún instante él haya dejado entrever que su piedad fuese el pago a los favores de Dios, esto es una mala interpretación de Eliú.


¿Cuántas de nosotras podemos decir que somos verdaderamente intencionales en la forma en que nos conducimos? ¿Por qué actuamos como actuamos? ¿Está nuestra mente puesta en la gloria de Dios? ¿Queremos honrarlo a él o buscamos nuestra propia gloria y ser honradas por nuestros semejantes?


Si nosotros no actuamos con justicia y bondad, si no defendemos sus causas, el levantará a alguien más que lo haga, nadie es indispensable, pero esa no es una excusa para no actuar como él quiere.


Dios se entristece cuando dejamos que la maldad tome ventaja sobre nuestras vidas y cuando tenemos la oportunidad de defender una causa real y  justa a los ojos de Dios, pero decidimos no intervenir porque nos asusta el sacrificio que esto implicaría para nosotras. Hoy en día hay muchas causas pero no todas son justas a los ojos de Dios ¿Cuántas veces hemos tenido la oportunidad de ser ángeles para otros pero decidimos no actuar?


Es necesario evaluar qué es lo que realmente nos motiva a llevar una vida moralmente aceptable a los ojos de Dios, es necesario examinar cual es el verdadero objetivo de nuestra adoración a él, lo que motiva nuestras oraciones.


Pregúntate ¿por qué sigues a Cristo? Lo haces porque comprendiste que necesitabas ser salvada, o lo haces porque alguien te dijo que todo te iría bien, tendrías una casa más grande, un mejor trabajo, una mejor pareja; si eso es lo que te motiva déjame decirte que te mintieron.


Con esto no quiero decir que no hay bendiciones materiales para el cristiano fiel y verdadero, sino más bien que en nuestra vida con el Señor no todo es color de rosa, hay cumbres pero también hay abismos, así que en nuestro caminar con el Señor lo que nos debe motivar no deben ser las recompensas que podamos recibir por nuestra piedad, sino la satisfacción de saber que solo estamos correspondiendo  a lo que él ya hizo por nosotros  y es amarnos. Dios merece y espera nuestra adoración por el simplemente hecho de ser Dios. Además ese el propósito de nuestra existencia.


Para pensar:
¿Qué te motiva a adorar? ¿La gratitud por el amor que Dios te da o las bendiciones que esperas recibir?
¿Qué predomina en tus oraciones, la alabanza o tus peticiones personales?

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