Becky Martínez

  Y a mí, que estoy pobre y adolorido, que me proteja, oh Dios, tu salvación. Con cánticos alabaré el nombre de Dios; con acción de gracias lo exaltaré. Esa ofrenda agradará más al Señor que la de un toro o un novillo con sus cuernos y pezuñas. Los pobres verán esto y se alegrarán;  ¡reanimense ustedes, los que buscan a Dios! Porque el Señor oye a los necesitados, y no desdeña a su pueblo cautivo. Salmo 69: 29-33 ¿Te has sentido alguna vez perdida, que no hay salida para el problema que estás enfrentando?, ¿Piensas que los que te rodean disfrutan viéndote fracasar o se divierten cada vez que las cosas te salen mal? Algunas veces en mi vida me he sentido así, y ese es el caso de quien escribe el salmo 69, el cual es atribuido a Jeremías y no a David (Matthew Henry). En este salmo Jeremías o David, se queja a Dios por la situación en la que se encuentra, confesándole que ya está cansado de esperar por su intervención y ya no puede más (v.1-4). Se queja por la cantidad de enemigos que

  En el Nuevo Comentario Bíblico se menciona que este es un himno procesional, uno de los más magníficos cánticos de triunfo de todo el AT, escrito para celebrar la transferencia del arca del Señor de casa de Obed-Edom al nuevo tabernáculo preparado por David en el monte de Sion (2 Samuel 6:2-18) o para celebrar el festejo anual de esta gran procesión. Del clamor a la alegría, vemos una transición en la que el cantico inicia pidiendo la dispersión y destrucción de los enemigos del Señor pero luego hay un cambio de pensamiento en el que se le da el énfasis al carácter benefactor de Dios, lo cierto es, que al leer   los primeros versículos (1-10) se denota el carácter festivo del salmo cuyo énfasis es exaltar el reinado de Jehová y esto puede apreciarse   al ver la figura de Dios   que es presentada como la de un Señor que cabalga sobre sus dominios, pero además de   ejercer su potestad sobre lo que le pertenece también es un Señor que tiene cuidado de las necesidades de los que le r