Job 39: La sabiduría de Dios y su poder dador de vida
1 ¿Sabes tú el tiempo en que paren las cabras
monteses?
¿Has mirado tú cuando las ciervas están pariendo?
2 ¿Has contado tú los meses de su preñez
y sabes el tiempo cuando han de parir?
3 Se encorvan, hacen salir a sus hijos
y pasan sus dolores.
4 Sus hijos se robustecen y crecen con el pasto;
luego se van y ya no regresan.
Job 39:1-4
Dios continúa hablando a Job cuestionándolo sobre el
verdadero conocimiento que tiene sobre el
orden natural que siguen las criaturas como las cabras monteses y las
ciervas, que fueron diseñadas por Dios
para cumplir cada una según su especie un ciclo y un periodo de gestación.
El diseño
divino incluye además de la fisiología del animal, un patrón de comportamientos
que le permiten subsistir al hábitat al que pertenecen. El instinto en los animales obedece a un mecanismo,
“una programación” que ha sido tema de estudio para el hombre, en su afán por
intentar comprender el mundo en el que vive, no cabe duda de que este mecanismo
es un ejemplo más de la gran sabiduría de Dios.
Todo el capítulo 39 de Job sigue enlistando como la creación vista ahora a través de las
criaturas, es un ejemplo de la sabiduría
de Dios, y su poder dador de vida, de la cual hay mucho que para el ser
humano es difícil comprender, porque nuestra mente es limitada.
Ralph L. Smith lo expresa bien en su comentario: “¿Alimentó Job al león y al cuervo? (38:39-41) ¿Sabe
Job acerca del proceso de la vida de la cabra montés y de la cierva? (39:1-4)
¿podría domesticar al asno salvaje? (vs. 5-8) ¿Podría dar fortaleza al búfalo (vs.
9-12), velocidad al avestruz (vs. 13-18), majestad y brío al caballo en la
batalla (vs. 19-25), instinto al halcón migratorio, y aguda mirada al águila?
(vs. 26-30). Continuaron estas preguntas para concentrar la mente de Job en el
Todopoderoso “Aquí está la misma convicción básica que caracteriza a todo el
discurso del Señor; esto es, que en presencia del orden de la creación, el
hombre descubre tantos límites y obstáculos a su razón, que no puede jactarse
de comprender los procedimientos del Omnipotente, y mucho menos llamarlo a
cuentas”
Ralph L. Smith
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