Job 30: Esperando en el silencio
24 Más
él, ¿no extenderá la mano contra el sepulcro?
¿O no
clamarán los sepultados cuando él los quebrante?
25 Y yo, ¿no he llorado por el que sufre?
¿No me he
entristecido a causa del necesitado?
Job 30.
24-25 (RV95)
¿Le dará Dios el golpe de gracia al moribundo?
Se cuestiona Job aludiendo al hecho de que cuando el derrotado pide
misericordia, no se le da el tiro de gracia porque de cualquier forma morirá
pues ya está herido de gravedad. Reclama que ha
sido empático y misericordioso con el necesitado, pero no ha recibido el mismo
trato.
“¿Por qué el Todopoderoso que siempre le había sido propicio, cierra
ahora los oídos a su suplica? ¿Iba a ser menos compasivo que un humano?” (J.M.
Martínez)
Una de las cosas que me llama la atención de la historia de Job es que
él jamás había contrariado a los pobres
que exigían ser tratados con justicia,
contrario a lo que se suele pensar de una persona rica, Job era una persona que
había alcanzado su posición por la bendición de Dios y su trabajo, no era el típico
rico del que se piensa que ha obtenido lo que posee debido a las injusticias
cometidas hacía el pobre, contrario a ello, Job fue un hombre piadoso que ayudo a los necesitados y desgraciados de
su ciudad.
Lo otro es que en Job vemos ilustrado el sufrimiento que incontables
hijos de Dios han tenido que atravesar, en circunstancias donde sus oraciones
no han tenido las respuestas deseadas, sino más bien han visto sus esperanzas
desvanecerse ante el destino que se ha presentado ante ellos. ¡Cuántos hijos de
Dios han perdido la vida en circunstancias que nos cuesta entender! ¡Oraciones hechas
para pedir sanidad, cuya respuesta después de un largo proceso de sufrimiento
al final ha sido la negativa de Dios!
Job no había dejado de orar para pedirle a Dios que solucionara su situación,
pero entre más pasaba el tiempo, para Job Dios parecía sordo e indiferente a su
sufrimiento.
¿Cuántos creyentes a través de la historia habrán alzado su voz al igual
que lo hizo una vez el salmista?
13 Más yo
a ti he clamado, Jehová,
y de
mañana mi oración se presenta delante de ti.
14 ¿Por
qué, Jehová, desechas mi alma?
¿Por qué
escondes de mí tu rostro?
Salmo
88.13, 14 (RV95)
¡Si hubiera sabido Job que su historia hoy serviría de consuelo a todos
esos corazones atribulados que han encontrado en ella la esperanza de triunfo y
salvación! ¡Si hubiera sabido que igual a él muchos otros alzarían su voz hacia
el cielo para desahogar su dolor!
En este mundo no todos los finales son felices, eso es algo que podemos
constatar todos los días al darnos cuenta de lo que sucede en nuestras
comunidades, nuestro país y el resto del mundo.
Todo está distorsionado por el pecado, por lo que no es raro ni extraño
que en un momento dado hasta las personas que fueron objeto de nuestra
compasión se conviertan en nuestros enemigos, personas a las que les extendimos
la mano, o que quisimos servirles, ayudarlos en su propia lucha, hoy quieran
hacernos daño sin ninguna razón.
Pero en medio de todo, aunque estemos atravesando por esta clase de
sufrimiento, y de Dios por el momento solo obtengamos silencio, podemos estar
seguras de que no estamos solas.
En este momento alrededor del mundo hay mucha gente buena, piadosa,
temerosa de Dios que está sufriendo. Hay miles de personas que están alzando su
voz al cielo, y si, probablemente Dios
guarde silencio pero no ha dejado de obrar.
En medio de todo, podemos contar con la esperanza viva de que a pesar de
que en este mundo no obtengamos nuestro final feliz, en la gloria eterna
tendremos una felicidad infinita en los brazos de nuestro Padre que nos
confortará por siempre.
Esa es mi esperanza, esa es mi fe.
Para meditar:
Lee Romanos 8:18 y anótalo en tu diario
¿Qué significa para ti saber que los sufrimientos del presente no se
comparan a la gloria futura?
¿Cómo te sientes al darte cuenta que no importa lo que pasemos en esta
vida, nos espera un futuro de dicha en los brazos de Dios?
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